Para comprender a fondo el mensaje de Jesús, es necesario saber quién fue Jesús de Nazaret. Es decir, se trata de comprender no sólo sus palabras y sus obras, sino especialmente su personalidad.
Muchas personas tienen una determinada imagen de Jesús, la imagen que mejor encaja con sus inclinaciones personales y con la propia manera de ver la vida. Esta diversidad de imágenes de Jesús, nos da idea de un hecho: la figura de Jesús, precisamente por su extraordinaria riqueza, se presta a toda clase de imaginaciones y hasta de manipulaciones:
Unos se imaginan a Jesús como una especie de ser celestial y divino, que poco tiene que ver con lo que es un hombre de carne y hueso. Hay quienes sólo piensan en el dulce Jesús del sagrario, que les consuela en su intimidad y les mantiene alejados de las preocupaciones del mundo.
*Mientras que en el extremo opuesto, están los que sólo tienen en su cabeza al Cristo luchador y violento que golpeaba con su látigo a los comerciantes del templo. Se figuran a Jesús como si hubiera sido un revolucionario socio-político o un anarquista subversivo, que pretendió luchar contra la dominación romana en Palestina.
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